MAESTRO SERGIO PEREGRINA CORONA
sábado, 16 de enero de 2010
ESTE PROXIMO SEMESTRE HABRA CUATRO TALLERES
MAESTRO SERGIO PEREGRINA CORONA
domingo, 10 de enero de 2010
TEATRO MEDIEVAL II
DISFRUTEN USTEDES ESTE CAPÍTULO DE TEATRO MEDIEVAL II, GRACIAS A LA UNIVERSIDAD DE NAVARRA.
ESCENOGRAFÍA INCIPIENTE MEDIEVAL Y SU EVOLUCIÓN
Escenificar
Comúnmente, donde el clima lo permitía, las representaciones se realizaban al aire libre. Pero, naturalmente, también se realizaban a cubierto, cuando era necesario, ante un público más reducido.
Como género literario, el teatro europeo surgió de las representaciones medievales, del tipo sagrado: los Misterios, el mismo género que sobrevivió en España como "Autos Sacramentales" (pero también el "Misterio" de Elche y otras representaciones). Esas obras de teatro tenían lugar muchas veces en el interior de los templos: en las catedrales.
La decoración siempre ha formado parte de la representación: se acudía a un vestuario especial, a algún objeto significativo, y si era posible, alguna indicación del ámbito donde se realizaba la escena.
En una ciudad se escenificaba continuamente, aunque no se tratara de una obra de teatro formal: en las ferias, como pasatiempo circense; en tiempos especiales, como carnavales y mascaradas, o en forma de desfile cívico o procesión religiosa, para las fiestas patronales. Y en ciertos momentos, se recurría a montajes escénicos más ambiciosos, patrocinados por la ciudad o alguno de sus próceres, cuando se trataba de celebrar bodas patricias, recibimientos de soberanos y personajes ilustres o victorias militares.
Lo que importaba era la espectacularidad. Evidentemente rivalizaban entre sí con las precedentes y las que se conocían de otros lugares. Y conocemos muchas de ellas porque se publicaron, de un modo u otro. Realizar rápidamente construcciones imaginativas y efímeras suponía un grandioso despliegue de ingenio, y requerían un director genial: hasta el siglo XVII, muchos de los que estimamos grandes artistas europeos fueron considerados sobre todo por su capacidad de inventiva en estos géneros, desde Leonardo hasta Inigo Jones.
No siempre se trataba de una obra de teatro. En los mejores casos, se escenificaba con baile, coordinando el movimiento de los ejecutantes en el escenario: componiendo un ballet. Y en algunas ocasiones, el ballet se transformaba en un Carrousel, en un ejercicio ecuestre.
Estos espectáculos se realizaban con rapidez en materiales baratos, en cartón piedra; pero los trabajos eran muchos, e intervenía un gran número de personas en su preparación y ejecución de modo que los gastos eran escandalosos.
Se dieron cada vez con mayor frecuencia en las cortes que acompañan al nacimiento del estado moderno, como medio de combatir el aburrimiento que parece ser una enfermedad típicamente cortesana. Los presupuestos cortesanos a lo largo del siglo XVI superaron los que podía permitirse una ciudad. Las cantidades dedicadas a diversiones cortesanas se colocaron en los tiempos modernos en segundo lugar después de las necesidades de la guerra.
ESCENARIOS en profundidad
Escenarios fijos se dan en todas las épocas. Pero desde mediados del siglo XV aumentaron en efectismo, conforme se desarrolló el arte de la perspectiva; sabemos por experiencia lo difícil que es realizar estrictamente una perspectiva cónica; pero para que funcione no es necesario un perfecto cumplimiento de las normas.
Con la perspectiva era posible colocar elementos unos delante de los otros, y aludir a lejanías y fondos. El uso de decoración en perspectiva creó la ilusión visual: agrandó ilusoriamente los escenarios hasta el infinito, aunque planteó la exigencia del punto de vista; de situar a los espectadores "delante" del escenario.
Desde entonces, la escenografía ha corrido paralela a las invenciones de la pintura (la perspectiva), la fotografía y el cine. La progresiva capacidad para realizar decoraciones cada vez más verosímiles ha crecido al ritmo de la avidez del espectador por efectos cada vez más convincentes y deslumbrantes.
Hoy nos es difícil apreciar el asombro genuino que causarían en su época inicial los trucos más elementales; cuando los espectadores no se lo esperaban y no podían explicárselo. De este modo, en sus sucesivos pasos, el edificio del teatro fue sobre todo una caja de sorpresas.